Por Juan Pablo Varsky
"Algo que para mí es muy claro, es que para asumir el control del juego hace faltar tener el balón. Disfrutar de él. Mi idea táctica principal pasa por tener la pelota. Quiero una alta circulación de balón y, para que eso acontezca, los jugadores deben saber que, en determinada posición, está un compañero" ¡Qué declaración de principios! Parece escrita por Guardiola. Pero no. Las frases son de José Mourinho. Ayer su equipo renunció a la pelota. Se preocupó por negarle espacios al rival. No le discutió el balón pero sí los lugares donde Barcelona quería jugarlo. El 3 a 1 en la ida ya había determinado los roles para la revancha. Durante la primera mitad, el Barsa manejó la pelota casi el 80 % del tiempo. Pero lo hizo en los sectores de la cancha que Inter le dejó. En los últimos 30 metros, le costó traducir posesión de balón en peligro. Sólo una vez Messi se armó su propia aventura y Julio Cesar le negó el gol. La injusta expulsión de Motta profundizó el proyecto de Inter. Diego Milito se corrió a la derecha para jugar de mediocampista y marcar las proyecciones de su hermano Gabriel, lateral izquierdo anoche. Samuel Eto´o se encargó de bloquear las subidas de Dani Alves. Y Snejider quedó como jugador más adelantado con la obligación de frenar el despegue del excelente Piqué, el mejor central del mundo en mi opinión. La inevitable consecuencia de este planteo fue no haber pateado al arco.
"Hay quien dice que los jugadores más creativos deben estar liberados de tareas defensivas. Yo creo que quien dice eso no sabe nada de fútbol. Los once jugadores deben saber qué hacer en posesión del balón y qué hacer cuando el adversario tiene el balón" Quizás esta frase de Mourinho sirva como el mejor soporte discursivo para la acción de ayer.
Durante mi visita a España, encontré el libro "Mourinho, ¿por qué tantas victorias?". Fue escrito por cuatro jóvenes portugueses licenciados en Deporte y especializados en Fútbol de Alto Rendimiento. El texto, de lectura obligatoria para directores técnicos y preparadores físicos, no se ocupa del personaje. Le apunta al perfil académico de un entrenador que ha revolucionado su profesión con su enfoque teórico y práctico. En los equipos de Mourinho no hay pretemporada convencional, tal como la conocemos en Argentina. Trabaja todo el tiempo con la pelota. No hace ni carreras largas ni complementos con pesas, reservados para el departamento médico si los necesita en la rehabilitación de un jugador. "Yo no hago trabajo físico. Defiendo la globalización del trabajo. No sé dónde comienza lo físico y acaba lo psicológico y lo táctico" Todo ejercicio incluye la pelota porque el correr por correr tiene un desgaste nulo en términos emocionales. Mientras tanto en un entrenamiento que reproduce situaciones de partido, se les exige a los jugadores requisitos técnicos, tácticos, psicológicos y de pensar las situaciones, además del desgaste energético natural del correr. Las sesiones no duran más que 90 minutos. Son muy intensas y con un tiempo útil altísimo. Y se preocupa por el descanso: "es importante que el jugador trabaje bien pero con tiempo para el reposo, tiempo para la familia, con tiempo libre para cosas. Se habla mucho de la fatiga física pero yo me refiero a la fatiga del sistema nervioso central"
¿De qué manera los futbolistas hacen trabajos de fuerza, por ejemplo? Con un ejercicio bien específico que incluye saltos, piques, frenos y cambios de dirección. Con pelota, por supuesto.
La fuerza se "contextualiza" con una situación propia de un partido a diferencia de un trabajo en el gimnasio con press de piernas de 100 kilos.
Para Mourinho, entrenar sirve para que el jugador descubra a qué velocidad máxima es capaz de ser preciso. Distingue entre velocidad de juego y velocidad del juego. La primera está relacionada con la velocidad mental, a la capacidad de anticipar lo que va a pasar y decidirse por la respuesta más adecuada. La segunda está habitualmente asociada a correr y a jugar apurado. "Nuestra preocupación pasa por la velocidad de ejecución, aquella que nuestra forma de jugar necesita. Más importante que la velocidad de los jugadores sin balón, es la velocidad de circulación del balón" Sin el balón, el partido de ayer le obligó a su equipo a hacer un esfuerzo tremendo. Se la pasó corriendo detrás de la pelota por culpa de Barcelona que, aún sin ser profundo, la movió de un lado para el otro. Pero Inter le negó toda posibilidad de pase entre líneas. Xavi sólo pudo lateralizar, porque los receptores estaban bien tomados y porque siempre tuvo un marcador mirándole los ojos. En el comienzo del segundo tiempo, los catalanes recurrieron al juego directo y frontal. El proyecto de Inter fue conservador. Muy conservador. Pero fue ejecutado con enorme talento defensivo. Colectivo e individual. Walter Samuel hizo un partido imperial, marcando con rigor e intensidad a un Messi sin la participación ni el desequilibrio que ha tenido durante toda la temporada. Con excelente organización, el conjunto italiano sin italianos y con siete sudamericanos en su bloque defensivo, jugó casi 70 minutos a 20 metros de su arquero y no cometió errores en esa zona tan peligrosa. Que no me guste es otra cuestión, bien subjetiva.
¿Cuántas veces hemos hablado de distracciones defensivas como causa de un gol? Mourinho cree que la concentración puede y debe ser entrenada. "Creando ejercicios en los que los jugadores se vean obligados a pensar, a comunicarse entre sí, ejercicios de complejidad creciente que los obliguen a una concentración permanente" Confía en la inteligencia de sus futbolistas. No les vende el paquete envuelto. Promueve y estimula el pensamiento para que ellos mismos encuentren las respuestas dentro de la cancha. El objetivo final es a través de la ejercitación, pasen de un saber hacer (hábito que se adquiere con la repetición) hacia un saber sobre ese saber hacer, vinculado con el entendimiento. Entrenar es el arte de convencer, dijo Marcelo Bielsa. Milito y Eto´o no sólo bloquearon a los laterales del Barsa sino también supieron por qué lo hicieron. Sáquense de encima la indignación de ver a Eto´o persiguiendo a Dani Alves. A mí tampoco me gustó. Pero hay un doble mérito. Primero el del camerunés que lo hizo durante todo el partido, sacrificado y convencido. Y el del entrenador que le supo transmitir el mensaje. Mourinho lo llama descubrimiento guiado. "En vez de decirles vamos para allá, elijo que ellos descubran ese camino" Prefirió delanteros que defiendan a defensores que ataquen.
Guardiola tocó todas las teclas posibles. Maxwell por Milito para buscar desborde por la izquierda. Bojan por Ibrahimovic para negarle referencia a la bravísima zaga central rival. Jeffrén por Busquets para jugar con dos extremos bien definidos y Messi por detrás de Bojan. Por su parte, Mourinho hizo la gran Pink Floyd con otros ladrillos en la pared. Muntari por Sneijder, Mariga por Eto´o y el colombiano Córdoba por Milito para armar una línea de cinco defensores.
"Para mí defender bien es defender poco y bien lejos de mi arquero. Si un equipo de tercera división con malos jugadores, pero todos en situación defensiva en el primer tercio del campo, se enfrenta a Real Madrid, lo pondrá en dificultades. Esa no es mi idea, yo quiero defender bien, pero no por aglomeración de jugadores", dice Mourinho en el libro. Ayer la ventaja de la ida, la propuesta del rival y la dinámica del partido lo llevaron a comportarse como ese equipo de tercera división pero con muy buenos jugadores. Los últimos quince minutos se jugaron dentro del área grande de Julio César. Ansioso y por momentos impotente, Barcelona jamás renunció a su estilo. Ni cuando, como en Abu Dhabi ante Estudiantes, mandó a Piqué de nueve. El golazo del central tras el único pase profundo de Xavi le puso suspenso al partido. Porque desató al Barsa, que en su furioso final generó más situaciones que en los ochenta y pico de minutos anteriores. Y esta vez le tocó viento en contra con el árbitro: no hubo mano de Touré en la jugada que terminaba en gol de Bojan. Hace un año, el noruego Ovrebo le había dado una gran mano en Stamford Bridge ante Chelsea.