IC ( partido ecosocialistaverdecomunistanacionalistafeministaantitaurinoprohibicionistatotalitariodebuenrollotodolohacemosporquesomosguays delparaguay )
El grupo parlamentario Iniciativa por Cataluña-Los Verdes ha celebrado durante este fin de semana su XI asamblea, en la que ha aprobado una resolución por la que el partido, sin un 30% de apoyo del mismo, se ha declarado formalmente antitaurino. En el mismo acto, los políticos catalanes han aprobado otra resolución a favor de varias drogas.
En la asamblea, celebrada en Sabadell, se ha aprobado una resolución por la que "ICV se manifiesta contraria a las corridas de toros, así como al maltrato de animales, y está dispuesta a trabajar por su abolición, mostrando su firme apoyo a la Iniciativa Legislativa Popular".
Sin embargo, el texto no ha contado con el apoyo de todo el partido, ya que sólo ha contado con 318 votos a favor, por 19 en contra y 67 abstenciones, con lo que más de un 27% de los delegados no le han dado el apoyo a la moción.
A favor de las drogas
Sin embargo, el partido sí que ha mostrado una gran adhesión (400 votos a favor, 1 en contra y tan sólo 25 abstenciones) a otra de las resoluciones aprobadas, en la que se aboga por una regulación no penal de las drogas. En la moción ICV apuesta por legalizar lo que denomina "drogas blandas" (marihuana, hachís, anfetaminas y algunos analgésicos y tranquilizantes), al considerar su consumo un "hecho normalizado" para muchas personas.
En ese sentido, ICV llega más allá, marcándose en su "hoja de ruta" la petición para que el consumo de estas drogas en la vía pública no suponga una falta administrativa. De forma más genérica, el partido aboga por despenalizar la posesión de drogas, aunque cree que la "producción y distribución se debe de realizar bajo el control estatal".
pere gimferrer ( escritor )
La idea del Manifiesto surgió de la Plataforma en defensa de la Fiesta que impulsan en Barcelona Rosa Gil y Lluís Corrales. En la Feria de la Mercé del pasado mes de septiembre, Pere Gimferrer unió su firma a la de un centenar de personalidades de la cultura en defensa no sólo de las corridas de toros, sino de la libertad individual. Un llamamiento dirigido «no sólo a los aficionados, sino a todos sin excepción: taurinos, antitaurinos e indiferentes ante la fiesta de los toros. Queremos recordar a todos los catalanes que con la prohibición de la fiesta de los toros lo que podría ser prohibido es una parte de libertad, es un espacio de libertad lo que todos perderíamos». La tentativa de prohibir por ley desde el Parlamento autonómico una fiesta tan arraigada a Cataluña le parece al poeta catalán y miembro de la Real Academia Española «un disparate».
-¿Por qué esta obsesión por enajenar los toros de la cultura catalana?
-Demuestra un desconocimiento profundo no sólo de la cultura ibérica -española y portuguesa- o la francesa, sino de la propia cultura catalana y de la historia de su sociedad. Y si hablamos de la sociedad política, recordemos que Macià y Companys presidían corridas de toros en los años de la República; la Fiesta se remonta al siglo XIV y la pintan Fortuny, Ramon Casas, Miró, Dalí, Tàpies, Guinovart -que acaba de exponer en la Fundació Vila-Casas-, Barceló... Unos símbolos del catalanismo cultural que alguien atribuye falsamente al españolismo y la derecha. En el caso de Miró tenemos un cuadro de 1925, titulado «La corrida de toros» y una foto de Català-Roca donde el pintor aparece en una plaza con montera y capote; el famoso «torero alucinógeno» de Dalí, la cubierta que Tàpies realizó en 1977 para «El toreo» de Bergamín, los cuadros taurinos de Miquel Barceló... Afirmar que los toros son de derechas es ridículo si contemplamos una imagen de los tiempos de la Transición, con Alberti y Bergamín en la plaza de las Ventas, o a Picasso -que era comunista- con Jean Cocteau -que era más bien de derechas- en los tendidos de Arl_s. Y ahora me viene a la memoria uno de los principales libros sobre los toros en Cataluña, publicado por una editorial donde estaba Josep Bargalló, de Esquerra Republicana.
-Y García Lorca, gran amigo de Sánchez Mejías, aquel torero culto y poético...
-¡Toda la Generación del 27, menos Cernuda, era taurina! Y no es una cuestión de lugar de nacimiento: Cernuda era sevillano y antitaurino.
-¿Es usted un gran aficionado a los toros?
-He seguido la Fiesta desde que era una criatura. Escuchaba en la radio las crónicas de Julio Gallego Alonso y luego leía sus reseñas: fue un histórico de la crónica taurina, maestro del crítico Juan Soto Viñolo.
-A la alergia por lo español se une el sufrimiento del animal...
-Se habla de los toros pero nadie ataca la caza, o la fiesta de «correbous"». Lo del sufrimiento del animal es otra coartada para disimular la intencionalidad política que guía la prohibición de la Fiesta. En Cataluña nadie tocará los «correbous» por razones electorales fácilmente imaginables: sucede en otros lugares de la geografía española, como la caza del toro de Tordesillas. No sé si ha leído un magnífico artículo del escritor y antropólogo Albert Sánchez Piñol en defensa de los toros publicado en el diario Avui...
-Sí que lo he leído. Afirma que si queremos ver el sufrimiento y la muerte de animales de forma industrializada y obscena vayamos a los mataderos y que lo que nos solivianta y escandaliza realmente es que los toros expongan a la luz pública la realidad de la muerte en una sociedad hedonista y farisea como la que padecemos. También dice que está emergiendo «un neopuritanismo falaz que se infiltra porque lleva la etiqueta de izquierdas» En ese caso... ¿Somos víctimas de un Comité de Salud Pública resuelto a imponernos la virtud manu militari?
-Es una tentación que ha pervivido desde la Revolución Francesa: imponer la virtud y hacer de ella, en lugar de una opción, una obligación.
-Al final lo que nos queda es la libertad individual, que es lo que usted defiende...
-El principal argumento es ese: nadie está obligado a ir a los toros y mucho menos a torear. La iniciativa de prohibirlos limita la libertad del que hace algo porque lo desea y no obliga a otros a hacerlo. Por ejemplo, yo detesto el fútbol, e incluso veo en sus manifestaciones gérmenes de fascismo... ¡Pero lo que nunca se me ocurriría es pedir que lo prohíban!
javier villan
En corto y por derecho: la cuestión de los toros en Cataluña, no es una cuestión torera, sino una cuestión política. Por eso resulta tan difícil su defensa. Si fuera una cuestión de cultura sería más fácil. Pero es una cuestión política, un símbolo del imperialismo español frente al nacionalismo catalán. Y por descabellado que sea el planteamiento, las iconografías y los símbolos acaban suplantando la esencia de las cosas. Poco importa que en tiempos no tan lejanos Barcelona llegara a tener dos y hasta tres plazas de toros.
Tampoco importa que en el censo de catalanes y turistas visitantes haya habido siempre muchos aficionados a los toros; si el turismo fue beneficioso o no para la ortodoxia de la Fiesta nada tiene que ver con lo que pasa en estos días, aunque afectó positivamente a la economía; como la afectó la inmigración, los charnegos que hallaron en Cataluña tierra de asilo. A costa de dejarse la piel, eso sí; y la identidad.
El destino de los toros en Cataluña se decide estos días en trámite parlamentario que nace viciado de antemano por pactos y cambalaches. Un procedimiento de verdad democrático podría haber sido un referéndum, por ejemplo.
Pero la voz de la gente sólo vale para pedir orejas. Quedan aficionados en Cataluña, aunque no tantos como cuando a finales de los 50 emergió deslumbrante en las Arenas, Paco Camino, por ejemplo. Y a estos aficionados, si las corridas son abolidas, se les estará privando de un derecho. O sea que además de una cuestión política antiespañola, es también una cuestión de libertad universal conculcada.
Por eso es tan difícil defender la Fiesta en Barcelona; porque los nacionalismos excluyentes supeditan a una mística identitaria todo lo demás. Si habláramos sólo de toros y de su arraigo secular en Barcelona, bastaría con evocar el 'chamaquismo', o el 'cordobesismo' de hace medio siglo; o el 'tomasismo' reciente. Pero no estamos hablando de toros, ni de amor a los animales, ni de 'progresismo' catalanista o de 'casticismo'español. Hablamos de Cataluña y del resto de España, como entidades confrontadas en torno a una idea perversa de los toros, como una antítesis ideológica: demasiado para las corridas, ni aun tachándolas de españolismo franquista.
Hay mucha hipocresía en el antitaurinismo como expresión de un pensamiento de progreso. Y en Cataluña pudiera darse el caso de que, mientras se prohíben los toros en plaza, se defienda, como expresión popular autóctona los carrerbous, los toros de calle, en los que se perpetran más desafueros que en el ruedo.
La corrida no es un invento franquista ni pertenece a un casticismo retrógrado. ¿Eran casticistas y retrógrados Picasso, Ortega y Gasset, Lorca, Alberti, Miguel Hernández? ¿Lo era Valle-Inclán? ¿Lo era Rilke fascinado por la figura de Paquiro? Los enemigos de la Tauromaquia siguen creyendo que todos los males de España salen de las plazas. A éstos, Blanco White, un heterodoxo exiliado por la intolerancia y el absolutismo españoles, les respondió que los males de España "no son los toros, sino religión y mal gobierno"; podríamos añadir, la actual corrupción como sistema. Arreglemos primero estas cosas y luego hablaremos de las corridas. Pero todo parece indicar que en este país se siguen poniendo los bueyes antes del carro.
El grupo parlamentario Iniciativa por Cataluña-Los Verdes ha celebrado durante este fin de semana su XI asamblea, en la que ha aprobado una resolución por la que el partido, sin un 30% de apoyo del mismo, se ha declarado formalmente antitaurino. En el mismo acto, los políticos catalanes han aprobado otra resolución a favor de varias drogas.
En la asamblea, celebrada en Sabadell, se ha aprobado una resolución por la que "ICV se manifiesta contraria a las corridas de toros, así como al maltrato de animales, y está dispuesta a trabajar por su abolición, mostrando su firme apoyo a la Iniciativa Legislativa Popular".
Sin embargo, el texto no ha contado con el apoyo de todo el partido, ya que sólo ha contado con 318 votos a favor, por 19 en contra y 67 abstenciones, con lo que más de un 27% de los delegados no le han dado el apoyo a la moción.
A favor de las drogas
Sin embargo, el partido sí que ha mostrado una gran adhesión (400 votos a favor, 1 en contra y tan sólo 25 abstenciones) a otra de las resoluciones aprobadas, en la que se aboga por una regulación no penal de las drogas. En la moción ICV apuesta por legalizar lo que denomina "drogas blandas" (marihuana, hachís, anfetaminas y algunos analgésicos y tranquilizantes), al considerar su consumo un "hecho normalizado" para muchas personas.
En ese sentido, ICV llega más allá, marcándose en su "hoja de ruta" la petición para que el consumo de estas drogas en la vía pública no suponga una falta administrativa. De forma más genérica, el partido aboga por despenalizar la posesión de drogas, aunque cree que la "producción y distribución se debe de realizar bajo el control estatal".
pere gimferrer ( escritor )
La idea del Manifiesto surgió de la Plataforma en defensa de la Fiesta que impulsan en Barcelona Rosa Gil y Lluís Corrales. En la Feria de la Mercé del pasado mes de septiembre, Pere Gimferrer unió su firma a la de un centenar de personalidades de la cultura en defensa no sólo de las corridas de toros, sino de la libertad individual. Un llamamiento dirigido «no sólo a los aficionados, sino a todos sin excepción: taurinos, antitaurinos e indiferentes ante la fiesta de los toros. Queremos recordar a todos los catalanes que con la prohibición de la fiesta de los toros lo que podría ser prohibido es una parte de libertad, es un espacio de libertad lo que todos perderíamos». La tentativa de prohibir por ley desde el Parlamento autonómico una fiesta tan arraigada a Cataluña le parece al poeta catalán y miembro de la Real Academia Española «un disparate».
-¿Por qué esta obsesión por enajenar los toros de la cultura catalana?
-Demuestra un desconocimiento profundo no sólo de la cultura ibérica -española y portuguesa- o la francesa, sino de la propia cultura catalana y de la historia de su sociedad. Y si hablamos de la sociedad política, recordemos que Macià y Companys presidían corridas de toros en los años de la República; la Fiesta se remonta al siglo XIV y la pintan Fortuny, Ramon Casas, Miró, Dalí, Tàpies, Guinovart -que acaba de exponer en la Fundació Vila-Casas-, Barceló... Unos símbolos del catalanismo cultural que alguien atribuye falsamente al españolismo y la derecha. En el caso de Miró tenemos un cuadro de 1925, titulado «La corrida de toros» y una foto de Català-Roca donde el pintor aparece en una plaza con montera y capote; el famoso «torero alucinógeno» de Dalí, la cubierta que Tàpies realizó en 1977 para «El toreo» de Bergamín, los cuadros taurinos de Miquel Barceló... Afirmar que los toros son de derechas es ridículo si contemplamos una imagen de los tiempos de la Transición, con Alberti y Bergamín en la plaza de las Ventas, o a Picasso -que era comunista- con Jean Cocteau -que era más bien de derechas- en los tendidos de Arl_s. Y ahora me viene a la memoria uno de los principales libros sobre los toros en Cataluña, publicado por una editorial donde estaba Josep Bargalló, de Esquerra Republicana.
-Y García Lorca, gran amigo de Sánchez Mejías, aquel torero culto y poético...
-¡Toda la Generación del 27, menos Cernuda, era taurina! Y no es una cuestión de lugar de nacimiento: Cernuda era sevillano y antitaurino.
-¿Es usted un gran aficionado a los toros?
-He seguido la Fiesta desde que era una criatura. Escuchaba en la radio las crónicas de Julio Gallego Alonso y luego leía sus reseñas: fue un histórico de la crónica taurina, maestro del crítico Juan Soto Viñolo.
-A la alergia por lo español se une el sufrimiento del animal...
-Se habla de los toros pero nadie ataca la caza, o la fiesta de «correbous"». Lo del sufrimiento del animal es otra coartada para disimular la intencionalidad política que guía la prohibición de la Fiesta. En Cataluña nadie tocará los «correbous» por razones electorales fácilmente imaginables: sucede en otros lugares de la geografía española, como la caza del toro de Tordesillas. No sé si ha leído un magnífico artículo del escritor y antropólogo Albert Sánchez Piñol en defensa de los toros publicado en el diario Avui...
-Sí que lo he leído. Afirma que si queremos ver el sufrimiento y la muerte de animales de forma industrializada y obscena vayamos a los mataderos y que lo que nos solivianta y escandaliza realmente es que los toros expongan a la luz pública la realidad de la muerte en una sociedad hedonista y farisea como la que padecemos. También dice que está emergiendo «un neopuritanismo falaz que se infiltra porque lleva la etiqueta de izquierdas» En ese caso... ¿Somos víctimas de un Comité de Salud Pública resuelto a imponernos la virtud manu militari?
-Es una tentación que ha pervivido desde la Revolución Francesa: imponer la virtud y hacer de ella, en lugar de una opción, una obligación.
-Al final lo que nos queda es la libertad individual, que es lo que usted defiende...
-El principal argumento es ese: nadie está obligado a ir a los toros y mucho menos a torear. La iniciativa de prohibirlos limita la libertad del que hace algo porque lo desea y no obliga a otros a hacerlo. Por ejemplo, yo detesto el fútbol, e incluso veo en sus manifestaciones gérmenes de fascismo... ¡Pero lo que nunca se me ocurriría es pedir que lo prohíban!
javier villan
En corto y por derecho: la cuestión de los toros en Cataluña, no es una cuestión torera, sino una cuestión política. Por eso resulta tan difícil su defensa. Si fuera una cuestión de cultura sería más fácil. Pero es una cuestión política, un símbolo del imperialismo español frente al nacionalismo catalán. Y por descabellado que sea el planteamiento, las iconografías y los símbolos acaban suplantando la esencia de las cosas. Poco importa que en tiempos no tan lejanos Barcelona llegara a tener dos y hasta tres plazas de toros.
Tampoco importa que en el censo de catalanes y turistas visitantes haya habido siempre muchos aficionados a los toros; si el turismo fue beneficioso o no para la ortodoxia de la Fiesta nada tiene que ver con lo que pasa en estos días, aunque afectó positivamente a la economía; como la afectó la inmigración, los charnegos que hallaron en Cataluña tierra de asilo. A costa de dejarse la piel, eso sí; y la identidad.
El destino de los toros en Cataluña se decide estos días en trámite parlamentario que nace viciado de antemano por pactos y cambalaches. Un procedimiento de verdad democrático podría haber sido un referéndum, por ejemplo.
Pero la voz de la gente sólo vale para pedir orejas. Quedan aficionados en Cataluña, aunque no tantos como cuando a finales de los 50 emergió deslumbrante en las Arenas, Paco Camino, por ejemplo. Y a estos aficionados, si las corridas son abolidas, se les estará privando de un derecho. O sea que además de una cuestión política antiespañola, es también una cuestión de libertad universal conculcada.
Por eso es tan difícil defender la Fiesta en Barcelona; porque los nacionalismos excluyentes supeditan a una mística identitaria todo lo demás. Si habláramos sólo de toros y de su arraigo secular en Barcelona, bastaría con evocar el 'chamaquismo', o el 'cordobesismo' de hace medio siglo; o el 'tomasismo' reciente. Pero no estamos hablando de toros, ni de amor a los animales, ni de 'progresismo' catalanista o de 'casticismo'español. Hablamos de Cataluña y del resto de España, como entidades confrontadas en torno a una idea perversa de los toros, como una antítesis ideológica: demasiado para las corridas, ni aun tachándolas de españolismo franquista.
Hay mucha hipocresía en el antitaurinismo como expresión de un pensamiento de progreso. Y en Cataluña pudiera darse el caso de que, mientras se prohíben los toros en plaza, se defienda, como expresión popular autóctona los carrerbous, los toros de calle, en los que se perpetran más desafueros que en el ruedo.
La corrida no es un invento franquista ni pertenece a un casticismo retrógrado. ¿Eran casticistas y retrógrados Picasso, Ortega y Gasset, Lorca, Alberti, Miguel Hernández? ¿Lo era Valle-Inclán? ¿Lo era Rilke fascinado por la figura de Paquiro? Los enemigos de la Tauromaquia siguen creyendo que todos los males de España salen de las plazas. A éstos, Blanco White, un heterodoxo exiliado por la intolerancia y el absolutismo españoles, les respondió que los males de España "no son los toros, sino religión y mal gobierno"; podríamos añadir, la actual corrupción como sistema. Arreglemos primero estas cosas y luego hablaremos de las corridas. Pero todo parece indicar que en este país se siguen poniendo los bueyes antes del carro.
Última edición por pantuflo el Mar Dic 15, 2009 10:12 pm, editado 2 veces