La UE, premio Nobel de la Paz
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La Unión Europea es la inesperada galardonada este año con el premio Nobel de la Paz, según el anuncio realizado esta mañana en Oslo por el comité noruego del Nobel, que ha valorado sus logros para "el avance de la paz y la reconciliación" en Europa, así como el establecimiento de "la democracia y los derechos humanos" en el Viejo Continente.
El Comité del Nobel ha destacado el logro de este club de 27 socios, que serán 28 el próximo julio con la incorporación de Croacia, de construir una Europa unida tras la Segunda Guerra Mundial así como el hecho de haber expandido la democracia y la estabilidad a los países del Este tras la caída del Muro de Berlín en 1989 y el subsiguiente desmoronamiento del bloque comunista. El premio, dotado con un millón de euros, será entregado el próximo10 de diciembre en la capital noruega.
Los activistas de los derechos humanos bielorruso Ales Beliatski y rusa Liudmila Alexeeva, el obispo mexicano José Raúl Vera López y la sempiterna Unión Europea figuraban en las quinielas para el Nobel del 2012.
Pese a los elogios a la Unión, Noruega, país que concede este Nobel, se niega a pertenecer al club, opción que rechazó en sendos referendos, en 1972 y 1994 y hoy los sondeos apuntan a que casi tres de cada cuatro noruegos mantienen el mismo repudio.
El premio Nobel de la Paz a la Unión Europea viene a coronar un proyecto nacido ya 55 años con la ambición ideal de poner definitivamente a Europa en un camino que hiciera imposible volver a la guerra que secularmente ha asolado al continente. Aquella semilla ha dado un frondoso árbol, más reconocido hoy fuera que dentro de la Unión, hacia la que se vuelven países y regiones en conflicto en busca de ayuda o mediación.
Al gigante económico, ahora confuso y tambaleante, sus pies de barro en la vertiente exterior y defensa y su falta de ambiciones duras le han servido para hacer árbitro independiente en diversas latitudes, desde el lejano Aceh (Indonesia) a la venidera operación en Mali y, sobre todo, en la propia Europa, tanto la que sirvió de cuna a la UE, como a la Europa política y geográfica que trasciende esas fronteras, con el foco puesto ahora mismo en los países de la vecindad oriental.
La paz es consustancial a la UE, cuya diplomacia busca siempre —no sin las dificultades inherentes a amalgamar los intereses de 27 socios con distintas historias, geografías, culturas y sensibilidades— el mejor modo de resolver conflictos antes de que ocurra lo peor o de buscar salidas a situaciones ya envenenadas. Más de una veintena de misiones de distinto tipo ha emprendido la Unión en estos últimos años, algunas en lugares alejados, pero la mayoría en la inmediata vecindad y hasta en el propio territorio europeo, donde una mediación de la UE evitó una guerra civil en Macedonia.
La Unión llegó mal y tarde a la guerra de los Balcanes, donde Estados Unidos tuvo que sacar en los años noventa las castañas del fuego a Europa, y ello hizo imperativo pensar en ver cómo evitar otra humillación semejante. En la estrategia del palo y la zanahoria que debe acompañar a toda política exterior, la UE es tan roma con el palo como diestra con la zanahoria y ese hándicap no le ha ido nada mal a una Unión envuelta con naturalidad en la bandera de los Derechos Humanos y que, por seguir con los endémicamente envenenados Balcanes, tiene a aquellos vecinos expectantes y haciendo ingentes esfuerzos de buena conducta a la puerta de la Unión.
Mientras otros queriendo salir...