por Diego Torres
"El siete está tocado en el tendón de Aquiles", le dijo un técnico a otro en lo más recóndito de un vestuario. En la Ciudad Deportiva de Valdebebas trabajan cientos de personas y ninguna necesita aclarar quién es el siete. A Raúl, como a los emperadores de la dinastía Ming, ya nadie le nombra. Lo conveniente es decir "el siete". Con eso es suficiente. Como confiesa un preparador del Madrid: "Raúl es un tema tabú".
Raúl sirve para explicar el momento delicado que atraviesa el Madrid. Hace una semana, el parte oficial del club informó de que Raúl no se entrenaba porque hacía "un plan específico" en el gimnasio. La versión autorizada era que Raúl tonificaba su musculatura en la sala de pesas. Extraoficialmente, filtraron que el capitán había jugado los dos partidos de la Supercopa española y el de Riazor con "molestias musculares". Así justificaron que jugara tan mal. Pero Raúl siguió sin entrenarse. Sólo el martes se le vio trotar en compañía de Sneijder, que sufre la rotura parcial de un ligamento.
Ayer, fuentes de la directiva empezaron a reconocer que Raúl está lesionado y que padece "una inflamación en el tendón de Aquiles de la pierna izquierda". De este modo, en el club se anticipan a la posible baja del jugador en el encuentro de Liga del domingo, en el Bernabéu, contra el Numancia.
Las fuentes oficiales y las extraoficiales dan versiones autorizadas y oficiosas. Pero la verdad es difícil de saber porque los médicos tienen prohibido emitir informes sobre la lesión de Raúl. "El club suspenderá los partes médicos para las lesiones a menos que sean graves", dicen los portavoces, que anuncian una medida que coincide en el tiempo con los misteriosos problemas del capitán.
En el Madrid nadie se hace cargo de la voluntad de mantener en secreto el estado físico de los futbolistas. Como suele ocurrir desde que se marchó Fabio Capello, en el club no aparece una sola figura capaz de asumir la responsabilidad de una decisión, aparte de Ramón Calderón, el presidente, que sirve de escudo a todos. En materia de estrategia deportiva lo mismo que en cuestiones médicas.
La estructura permite que Raúl ejerza de director deportivo en la sombra. Sanciona todas las decisiones importantes que adoptan los dirigentes. Es el hombre que más habla con Calderón y con el propio director deportivo, Pedja Mijatovic. Como en Valdebebas no hay nadie más influyente, lo mismo discute sobre altas y bajas que resuelve prohibir a los médicos publicar informes sobre las lesiones o cerrar indefinidamente los entrenamientos al público y a la prensa. El Madrid ha pasado a convertirse en un búnker. Tiene el aroma artificial de las multinacionales. "El Manchester United es igual. Y el Milan y el Liverpool, también", dicen los portavoces olvidando que, a diferencia del Madrid, que es un club social, son sociedades anónimas.
El aislamiento del equipo se ha vuelto contra Bernd Schuster. El técnico, poco dotado para la política, prefiere evitarse problemas. Refractario a la vida social y a las intrigas, ha quedado en desventaja frente a todos los que han dedicado gran parte de su agenda a cultivar la relación con Calderón.
Este verano, Schuster descubrió que en el club nadie le hace caso. En las oficinas le acecha Mijatovic, que sueña con destituirle y acaricia la idea de poner a Miguel Ángel Portugal en su lugar. En la sala de pesas, Raúl sabe más que él de los planes deportivos. Schuster mira con creciente desconfianza la participación de Raúl en la toma de decisiones que son de su competencia. La preocupación del alemán es directamente proporcional al aumento de poder de Raúl.
Schuster ha observado con indignación lo que ha interpretado como un sabotaje. Está convencido de que Mijatovic ha hecho todo lo posible para no ficharle a un delantero. El entrenador asegura que reclamó a Villa en marzo y que el club, incomprensiblemente, procuró deshacer las negociaciones cuando estaban prácticamente cerradas. Lo mismo cree del fichaje frustrado de Cazorla. La versión de Mijatovic se desconoce. El director general de fútbol no responde a las llamadas de este periódico.
Dicen en el Madrid que Raúl pasó de hacer un plan específico de tonificación a estar lesionado en un tendón. El tránsito entre un estado y otro no queda claro, pero cabe sospechar que el capitán procuró ocultar la lesión.
Schuster tiene un problema. Empieza a pensar que Raúl está demasiado desgastado como para darle la titularidad en todos los partidos y esto incluye la visita del Numancia. Los preparadores físicos respaldan esta idea porque consideran que, fisiológicamente, no es recomendable que un delantero de 31 años sea el hombre que más minutos de competición acumule en la plantilla. En la temporada pasada, el capitán quiso disputar todos los encuentros. Su ambición por meter goles y acudir a la Eurocopa le llevó a jugar 3.800 minutos entre la Liga y la Champions. Marcó 23 goles. Pero nadie dispuso de más posibilidades.
Raúl dedicó sus vacaciones a entrenarse con un preparador físico para llegar al comienzo de la temporada más cerca del pico de fuerza y resistencia. Quería volver a la selección española y estaba ilusionado con meter muchos goles antes de la segunda convocatoria de Vicente del Bosque, en octubre.
Sin embargo, está lejos de su mejor versión. En el Madrid han alegado problemas musculares para explicar el apagón. Ante el Deportivo, en la primera jornada del campeonato, según los médicos, fue precisamente cuando empezó a padecer la inflamación en el tendón de Aquiles. Al ver que daba señales de agotamiento, Schuster le sustituyó por Drenthe en el minuto 70. Fue un mensaje.
Las sustituciones de Raúl se dan cada vez con más frecuencia. En el curso pasado, Schuster le cambió en diez de los 37 partidos de la Liga. Esta temporada lo ha hecho en los tres oficiales. En la ida y la vuelta de la Supercopa, ganada al Valencia, fue reemplazado por Guti e Higuaín en el minuto 74 y el 79 respectivamente.
Schuster sabe que deberá administrar con sumo cuidado el tiempo de acción de Raúl. Primero, porque no cuenta con más goleadores de la jerarquía del capitán para acompañar a Van Nistelrooy. Quienes dirigen el club se han encargado de que así sea al vender a Robinho y rechazar el fichaje de Villa. Segundo, porque Raúl no es un jugador cualquiera. Es el hombre con más poder político en el club. El que nadie nombra. El tabú. El siete.
"El siete está tocado en el tendón de Aquiles", le dijo un técnico a otro en lo más recóndito de un vestuario. En la Ciudad Deportiva de Valdebebas trabajan cientos de personas y ninguna necesita aclarar quién es el siete. A Raúl, como a los emperadores de la dinastía Ming, ya nadie le nombra. Lo conveniente es decir "el siete". Con eso es suficiente. Como confiesa un preparador del Madrid: "Raúl es un tema tabú".
Raúl sirve para explicar el momento delicado que atraviesa el Madrid. Hace una semana, el parte oficial del club informó de que Raúl no se entrenaba porque hacía "un plan específico" en el gimnasio. La versión autorizada era que Raúl tonificaba su musculatura en la sala de pesas. Extraoficialmente, filtraron que el capitán había jugado los dos partidos de la Supercopa española y el de Riazor con "molestias musculares". Así justificaron que jugara tan mal. Pero Raúl siguió sin entrenarse. Sólo el martes se le vio trotar en compañía de Sneijder, que sufre la rotura parcial de un ligamento.
Ayer, fuentes de la directiva empezaron a reconocer que Raúl está lesionado y que padece "una inflamación en el tendón de Aquiles de la pierna izquierda". De este modo, en el club se anticipan a la posible baja del jugador en el encuentro de Liga del domingo, en el Bernabéu, contra el Numancia.
Las fuentes oficiales y las extraoficiales dan versiones autorizadas y oficiosas. Pero la verdad es difícil de saber porque los médicos tienen prohibido emitir informes sobre la lesión de Raúl. "El club suspenderá los partes médicos para las lesiones a menos que sean graves", dicen los portavoces, que anuncian una medida que coincide en el tiempo con los misteriosos problemas del capitán.
En el Madrid nadie se hace cargo de la voluntad de mantener en secreto el estado físico de los futbolistas. Como suele ocurrir desde que se marchó Fabio Capello, en el club no aparece una sola figura capaz de asumir la responsabilidad de una decisión, aparte de Ramón Calderón, el presidente, que sirve de escudo a todos. En materia de estrategia deportiva lo mismo que en cuestiones médicas.
La estructura permite que Raúl ejerza de director deportivo en la sombra. Sanciona todas las decisiones importantes que adoptan los dirigentes. Es el hombre que más habla con Calderón y con el propio director deportivo, Pedja Mijatovic. Como en Valdebebas no hay nadie más influyente, lo mismo discute sobre altas y bajas que resuelve prohibir a los médicos publicar informes sobre las lesiones o cerrar indefinidamente los entrenamientos al público y a la prensa. El Madrid ha pasado a convertirse en un búnker. Tiene el aroma artificial de las multinacionales. "El Manchester United es igual. Y el Milan y el Liverpool, también", dicen los portavoces olvidando que, a diferencia del Madrid, que es un club social, son sociedades anónimas.
El aislamiento del equipo se ha vuelto contra Bernd Schuster. El técnico, poco dotado para la política, prefiere evitarse problemas. Refractario a la vida social y a las intrigas, ha quedado en desventaja frente a todos los que han dedicado gran parte de su agenda a cultivar la relación con Calderón.
Este verano, Schuster descubrió que en el club nadie le hace caso. En las oficinas le acecha Mijatovic, que sueña con destituirle y acaricia la idea de poner a Miguel Ángel Portugal en su lugar. En la sala de pesas, Raúl sabe más que él de los planes deportivos. Schuster mira con creciente desconfianza la participación de Raúl en la toma de decisiones que son de su competencia. La preocupación del alemán es directamente proporcional al aumento de poder de Raúl.
Schuster ha observado con indignación lo que ha interpretado como un sabotaje. Está convencido de que Mijatovic ha hecho todo lo posible para no ficharle a un delantero. El entrenador asegura que reclamó a Villa en marzo y que el club, incomprensiblemente, procuró deshacer las negociaciones cuando estaban prácticamente cerradas. Lo mismo cree del fichaje frustrado de Cazorla. La versión de Mijatovic se desconoce. El director general de fútbol no responde a las llamadas de este periódico.
Dicen en el Madrid que Raúl pasó de hacer un plan específico de tonificación a estar lesionado en un tendón. El tránsito entre un estado y otro no queda claro, pero cabe sospechar que el capitán procuró ocultar la lesión.
Schuster tiene un problema. Empieza a pensar que Raúl está demasiado desgastado como para darle la titularidad en todos los partidos y esto incluye la visita del Numancia. Los preparadores físicos respaldan esta idea porque consideran que, fisiológicamente, no es recomendable que un delantero de 31 años sea el hombre que más minutos de competición acumule en la plantilla. En la temporada pasada, el capitán quiso disputar todos los encuentros. Su ambición por meter goles y acudir a la Eurocopa le llevó a jugar 3.800 minutos entre la Liga y la Champions. Marcó 23 goles. Pero nadie dispuso de más posibilidades.
Raúl dedicó sus vacaciones a entrenarse con un preparador físico para llegar al comienzo de la temporada más cerca del pico de fuerza y resistencia. Quería volver a la selección española y estaba ilusionado con meter muchos goles antes de la segunda convocatoria de Vicente del Bosque, en octubre.
Sin embargo, está lejos de su mejor versión. En el Madrid han alegado problemas musculares para explicar el apagón. Ante el Deportivo, en la primera jornada del campeonato, según los médicos, fue precisamente cuando empezó a padecer la inflamación en el tendón de Aquiles. Al ver que daba señales de agotamiento, Schuster le sustituyó por Drenthe en el minuto 70. Fue un mensaje.
Las sustituciones de Raúl se dan cada vez con más frecuencia. En el curso pasado, Schuster le cambió en diez de los 37 partidos de la Liga. Esta temporada lo ha hecho en los tres oficiales. En la ida y la vuelta de la Supercopa, ganada al Valencia, fue reemplazado por Guti e Higuaín en el minuto 74 y el 79 respectivamente.
Schuster sabe que deberá administrar con sumo cuidado el tiempo de acción de Raúl. Primero, porque no cuenta con más goleadores de la jerarquía del capitán para acompañar a Van Nistelrooy. Quienes dirigen el club se han encargado de que así sea al vender a Robinho y rechazar el fichaje de Villa. Segundo, porque Raúl no es un jugador cualquiera. Es el hombre con más poder político en el club. El que nadie nombra. El tabú. El siete.