por Alex De Large Jue Ago 09, 2012 12:01 pm
Hace unos años, Catar intentó hacer una selección con jugadores extranjeros que no podían jugar en las de sus respectivos países porque no tenían nivel para ello a través de unas nacionalizaciones express. La estrella de ese proyecto sería el brasileño Aílton, entonces uno de los máximos goleadores en la Bundesliga. Poco importaba que el jugador no tuviera nada que ver con la cultura catarí y que quizá ni tan siquiera hubiera pisado ese país.
Por suerte, los organismos del fútbol a veces hacen cosas bien y frenaron todo aquello. Aún así, en la selección catarí puedes encontrar nombres tan poco arábigos como Fabio César, Marcone o Sebastián Soria. Pero supongo que esos futbolistas habrán obtenido la nacionalidad catarí de una manera más correcta. Al menos, juegan en la liga local.
Todo esto viene a cuento de que lo lógico es que un jugador tenga un vínculo hacia la selección que defiende, ya sea por haber nacido en ese territorio, haber vivido durante años o ser el lugar donde nacen sus hijos. Y eso va más allá del pensamiento político de cada cual. Para mercadear con los deportistas ya está el deporte a nivel de clubes. Pero si un jugador, a pesar de cumplir una de esas premisas o todas, no se siente vinculado al país por el que compite, lo más normal sería que rehúsara de hacerlo.