Me gusta escribir del Madrid porque diga lo que diga voy a resultar tendencioso. Es tal el estado de paranoia en torno al equipo blanco que todo lo dicho sobre el club es juzgado, catalogado y puesto en cuestión por la afición y la contra-afición. Cierto que las intrigas palaciegas aburren, que hay personajes siniestros y una leve demonización de los dirigentes y técnicos; pero más allá de toda esta pátina a lo Borgia, el Madrid es un equipo de fútbol y, en esta temporada, del bueno. La figura de Mourinho como entrenador está ensombrecida por la figura de Mourinho como orador. Su prepotencia, altanería y cinismo desconciertan a los aficionados y cabrea a los contra-aficionados. Como estratega es de los buenos, sus equipos apuestan por un fútbol moderno, equilibrado, ofensivo en las grandes ocasiones y cicatero en los partidos difíciles.
Es un ganador en el sentido estricto de la palabra: deja poco espacio al espectáculo si este puede perturbar una victoria. Pragmatismo podemos llamarlo o simplemente conservadurismo. Todo depende de vuestro gusto balompédico, del disfrute de cada uno. Yo soy un hombre vulgar y a mí lo que me gusta es celebrar los títulos. Los hay maquiavélicos y los hay kavafianos, los hay que sólo miran el resultado y los hay que disfrutan del itinerario para conseguirlos. Yo soy de los primeros pero puedo disfrutar como lo hacen los segundos. Hablando claro: lo del Barça haría estremecerse al poeta griego y lo de Mourinho levantaría del sillón al pensador florentino.
El equipo, volviendo al fútbol, funciona. Y lo hace básicamente por el mantenimiento del bloque del año pasado, un proyecto larvario, con más sombra que luz, pero punto de partida para entender la eficacia de estos meses. Si entendemos este deporte como la conjunción de cuatro líneas –portero, defensa, centro del campo y delantera- el equipo de Mourinho es ejemplar. Sus equipos, desde aquel Oporto al Inter campeón de Europa, tienden a la mezcla de posiciones como garantía de una defensa solidaria y un ataque sorpresivo. Los jugadores pivote pierden peso frente a los todocampistas –memorable Lampard, impactante el Eto´o carrilero o el Coentrao inclasificable en estos primeros partidos-, donde el todo es superior a la suma de las partes, que digo poniéndome gestáltico.
El otro modelo, el del brillante Barcelona de Guardiola, tiene una visión más estática del fútbol. Lo que corre es el balón, como diría el filósofo holandés, y los jugadores mantienen la posición con disciplina soviética mientras que el contrario corre detrás de la odiosa esfera de cuero. El Madrid apuesta por la estampida, el desborde y el cuerpo a cuerpo. Su fútbol es más farragoso y menos estético pero igualmente eficaz. En esta temporada hemos visto un Madrid intratable en ese treinta por ciento de campo que no es de nadie, esa zona neutral que es el centro del terreno de juego, allí donde arrancan por igual los contraataques y las defensas. La figura de Xabi Alonso se ha agrandado rodeado de jugadores eléctricos, maleables, asociativos y es, de alguna manera, el único elemento estático. Como el eje en torno al cual revolucionan los compañeros, la referencia para ese caos ordenado que plantea el técnico portugués.
Cuando el viento va de cara las cosas funcionan solas. Kaká, por ejemplo, ha pasado de ser poco más que un bulto sospechoso en el banquillo del Bernabéu a ejercer el rol de jugador exquisito que en su día lo llevó al estrellato. Como diría Rodax “ni antes era tan bueno ni ahora soy tan malo”, pero su mejora es una buena noticia para los blancos. El centro de la defensa funciona y da garantías con Pepe, ese brillante desequilibrado que para mí se ha convertido en el mejor central que ha tenido el equipo de Chamartín desde que Hierro colgó las botas, y la que unánimemente se defiende como la mejor posición para Ramos. Y con dos laterales, Arbeloa y Marcelo, que están sacando petróleo de unas bandas demasiado acostumbradas al pasillo corto. Lo de Alonso, como decía, es sobresaliente, y mucha culpa la tiene su conexión con Coentrao, Di María u Özil. El caso del alemán, por cierto, es el más alarmante en lo que va de temporada. Ha ido perdiendo peso en el equipo, el año pasado con un equipo más bisoño logró destacar precisamente por alumbrar el desorden ofensivo de una plantilla con tendencia al descontrol. Este año, con el equipo mejor plantado, su rol debería ser el de canalizar y ocupar más espacio del que ocupa.
En mi opinión es un jugador blando, poco acostumbrado al rifirrafe en la zona templada, como un artista de cristal con la fuerza justa para poner el balón en el sitio justo. Nada que ver con el centrocampista que gusta a Mourinho, un perfil como Di Maria –más impreciso pero más correoso y valiente- o Callejón –con mucho menos fútbol pero más sacrificado y luchador que el ex del Werder-. Entrará en juego seguro, pero si Sahin termina con entrar en el once y apuntalar el medio del campo junto a Alonso, el perfil de boya ofensiva de Özil debería perder fuerza a favor de jugadores con más desborde y vocación de banda.
Arriba la competencia entre Benzema e Higuaín está haciendo crecer a ambos. Soy muy escéptico en cuanto al argentino. Yo, podéis abuchearme, lo hubiera vendido en verano. Creo que había jugadores con más calidad que él en el mercado. Siempre que veo al Kun pienso en lo bien que le hubiera quedado el blanco. Como escribí una vez por aquí, el Pipita me parece un delantero destemplado. Marca goles, sí, pero le cuesta fabricarlos. El equipo trabaja para él y un equipo grande necesita más soluciones que exigencias. Podéis seguir abucheándome. Benzema es otra cosa. Empezó mal, incuestionable, pero es un delantero total. La comparación con Ronaldo, el de toda la vida, no es gratuito. Ambos son jugadores autárquicos, independientes, que viven ajenos al desarrollo del juego, infranqueables, que no olvidan su cometido en los noventa minutos: marcar. Además el francés se ha destapado como un buen asistente, un complemento más de su completo perfil atacante. Por otra parte lo de Cristiano Ronaldo sigue siendo monumental. Crea peligro constantemente, no se obceca como antes, despeja el juego ofensivo, juega a banda y al interior, remata cuando debe rematar y baja a defender cuando tiene que hacerlo. Crea juego, lo destruye, no pierde la portería de vista pero tampoco a sus compañeros. Un jugador que, de no ser por la existencia de ese astro llamado Messi, sería el rey absoluto de este deporte universal.
Queda mucha Liga, muchísima Copa y una Champions aún insondable. Pero el Madrid tiene equipo para pelear por las tres. El Barcelona no anda fino, su palidez resalta el buen color del equipo de Mourinho. Todo son rachas. Los de Guardiola andan cortos de efectivos y se nota, pronto crecerán en cuanto las lesiones dejen de hacer mella en su lustrosa plantilla. Será entonces cuando se podrá medir el potencial de ambos. Este fin de semana los merengues tienen un partido difícil contra el regular Valencia. Un equipo, el de Emery, siempre luchador y puntualmente brillante. A la sombra de los dos “grandes” pero con entidad suficiente para poner en peligros a cualquiera. El parón de las selecciones ha creado hambre de liga doméstica. El Madrid, con su fútbol directo, con su deconstrucción armónica, merece esa expectación tras años de extravío. Aficionados y contra-aficionados deberían coincidir en que nuestro fútbol necesitaba una alternativa sólida al festín de títulos y fútbol del ya inolvidable ciclo blaugrana.
Me gustó mucho el articulo de diarios de fútbol, un buen análisis del juego del Madrid y del bajo nivel de Ozil en los últimos meses. No estoy de acuerdo en lo de Higuaín, pero es respetable.
Es un ganador en el sentido estricto de la palabra: deja poco espacio al espectáculo si este puede perturbar una victoria. Pragmatismo podemos llamarlo o simplemente conservadurismo. Todo depende de vuestro gusto balompédico, del disfrute de cada uno. Yo soy un hombre vulgar y a mí lo que me gusta es celebrar los títulos. Los hay maquiavélicos y los hay kavafianos, los hay que sólo miran el resultado y los hay que disfrutan del itinerario para conseguirlos. Yo soy de los primeros pero puedo disfrutar como lo hacen los segundos. Hablando claro: lo del Barça haría estremecerse al poeta griego y lo de Mourinho levantaría del sillón al pensador florentino.
El equipo, volviendo al fútbol, funciona. Y lo hace básicamente por el mantenimiento del bloque del año pasado, un proyecto larvario, con más sombra que luz, pero punto de partida para entender la eficacia de estos meses. Si entendemos este deporte como la conjunción de cuatro líneas –portero, defensa, centro del campo y delantera- el equipo de Mourinho es ejemplar. Sus equipos, desde aquel Oporto al Inter campeón de Europa, tienden a la mezcla de posiciones como garantía de una defensa solidaria y un ataque sorpresivo. Los jugadores pivote pierden peso frente a los todocampistas –memorable Lampard, impactante el Eto´o carrilero o el Coentrao inclasificable en estos primeros partidos-, donde el todo es superior a la suma de las partes, que digo poniéndome gestáltico.
El otro modelo, el del brillante Barcelona de Guardiola, tiene una visión más estática del fútbol. Lo que corre es el balón, como diría el filósofo holandés, y los jugadores mantienen la posición con disciplina soviética mientras que el contrario corre detrás de la odiosa esfera de cuero. El Madrid apuesta por la estampida, el desborde y el cuerpo a cuerpo. Su fútbol es más farragoso y menos estético pero igualmente eficaz. En esta temporada hemos visto un Madrid intratable en ese treinta por ciento de campo que no es de nadie, esa zona neutral que es el centro del terreno de juego, allí donde arrancan por igual los contraataques y las defensas. La figura de Xabi Alonso se ha agrandado rodeado de jugadores eléctricos, maleables, asociativos y es, de alguna manera, el único elemento estático. Como el eje en torno al cual revolucionan los compañeros, la referencia para ese caos ordenado que plantea el técnico portugués.
Cuando el viento va de cara las cosas funcionan solas. Kaká, por ejemplo, ha pasado de ser poco más que un bulto sospechoso en el banquillo del Bernabéu a ejercer el rol de jugador exquisito que en su día lo llevó al estrellato. Como diría Rodax “ni antes era tan bueno ni ahora soy tan malo”, pero su mejora es una buena noticia para los blancos. El centro de la defensa funciona y da garantías con Pepe, ese brillante desequilibrado que para mí se ha convertido en el mejor central que ha tenido el equipo de Chamartín desde que Hierro colgó las botas, y la que unánimemente se defiende como la mejor posición para Ramos. Y con dos laterales, Arbeloa y Marcelo, que están sacando petróleo de unas bandas demasiado acostumbradas al pasillo corto. Lo de Alonso, como decía, es sobresaliente, y mucha culpa la tiene su conexión con Coentrao, Di María u Özil. El caso del alemán, por cierto, es el más alarmante en lo que va de temporada. Ha ido perdiendo peso en el equipo, el año pasado con un equipo más bisoño logró destacar precisamente por alumbrar el desorden ofensivo de una plantilla con tendencia al descontrol. Este año, con el equipo mejor plantado, su rol debería ser el de canalizar y ocupar más espacio del que ocupa.
En mi opinión es un jugador blando, poco acostumbrado al rifirrafe en la zona templada, como un artista de cristal con la fuerza justa para poner el balón en el sitio justo. Nada que ver con el centrocampista que gusta a Mourinho, un perfil como Di Maria –más impreciso pero más correoso y valiente- o Callejón –con mucho menos fútbol pero más sacrificado y luchador que el ex del Werder-. Entrará en juego seguro, pero si Sahin termina con entrar en el once y apuntalar el medio del campo junto a Alonso, el perfil de boya ofensiva de Özil debería perder fuerza a favor de jugadores con más desborde y vocación de banda.
Arriba la competencia entre Benzema e Higuaín está haciendo crecer a ambos. Soy muy escéptico en cuanto al argentino. Yo, podéis abuchearme, lo hubiera vendido en verano. Creo que había jugadores con más calidad que él en el mercado. Siempre que veo al Kun pienso en lo bien que le hubiera quedado el blanco. Como escribí una vez por aquí, el Pipita me parece un delantero destemplado. Marca goles, sí, pero le cuesta fabricarlos. El equipo trabaja para él y un equipo grande necesita más soluciones que exigencias. Podéis seguir abucheándome. Benzema es otra cosa. Empezó mal, incuestionable, pero es un delantero total. La comparación con Ronaldo, el de toda la vida, no es gratuito. Ambos son jugadores autárquicos, independientes, que viven ajenos al desarrollo del juego, infranqueables, que no olvidan su cometido en los noventa minutos: marcar. Además el francés se ha destapado como un buen asistente, un complemento más de su completo perfil atacante. Por otra parte lo de Cristiano Ronaldo sigue siendo monumental. Crea peligro constantemente, no se obceca como antes, despeja el juego ofensivo, juega a banda y al interior, remata cuando debe rematar y baja a defender cuando tiene que hacerlo. Crea juego, lo destruye, no pierde la portería de vista pero tampoco a sus compañeros. Un jugador que, de no ser por la existencia de ese astro llamado Messi, sería el rey absoluto de este deporte universal.
Queda mucha Liga, muchísima Copa y una Champions aún insondable. Pero el Madrid tiene equipo para pelear por las tres. El Barcelona no anda fino, su palidez resalta el buen color del equipo de Mourinho. Todo son rachas. Los de Guardiola andan cortos de efectivos y se nota, pronto crecerán en cuanto las lesiones dejen de hacer mella en su lustrosa plantilla. Será entonces cuando se podrá medir el potencial de ambos. Este fin de semana los merengues tienen un partido difícil contra el regular Valencia. Un equipo, el de Emery, siempre luchador y puntualmente brillante. A la sombra de los dos “grandes” pero con entidad suficiente para poner en peligros a cualquiera. El parón de las selecciones ha creado hambre de liga doméstica. El Madrid, con su fútbol directo, con su deconstrucción armónica, merece esa expectación tras años de extravío. Aficionados y contra-aficionados deberían coincidir en que nuestro fútbol necesitaba una alternativa sólida al festín de títulos y fútbol del ya inolvidable ciclo blaugrana.
Me gustó mucho el articulo de diarios de fútbol, un buen análisis del juego del Madrid y del bajo nivel de Ozil en los últimos meses. No estoy de acuerdo en lo de Higuaín, pero es respetable.