http://www.eldiariomontanes.es/v/20111011/cantabria/envenenador-perros-vuelto-20111011.html
'Pulga' llegó a Cervatos, localidad de Campoo de Enmedio, hace dos veranos. Era un perro abandonado, hasta que Angelines Nestar, 'la cabrera de Cervatos' le recogió. La madrugada del viernes murió envenenado tras sufrir ocho horas de convulsiones.
'Pulga' es el perro número veintiuno que Angelines Nestar pierde por la acción del veneno, un producto destinado a matar caracoles y que alguien esparce por las calles altas del pueblo, en el entorno de la Colegiata románica de San Pedro. «Pobres animales, esta persona no tiene corazón», se lamenta Nestar. «Los perros mueren tras un largo proceso de espasmos, vómitos y temblores. Al verlo sufrir se te cae el alma a los pies», relata resignada. «Estamos hartos y preocupados no solamente por los perros, pensamos en las gallinas de muchos vecinos que picotean por la calle, y en las cabras. Pero sobre todo por los niños del pueblo y sus visitantes. Sin darse cuenta un crío puede ingerir este producto, incluso pegado a algo que se le caiga al suelo», advierte la cabrera de Cervatos. «Alguien tiene que tomar cartas en el asunto antes de que lamentemos algo peor que la muerte de un animal o que algún vecino se tome la justicia por su mano».
A Angelines le quedan cinco perros: 'Boli', 'Lista', 'Osuca', 'Puskas', y la mastina 'Pastora.' «Esta es la quinta perra mastina que tenemos con el mismo nombre, Pastora, pues cuidan el rebaño de cabras. Los cuatro anteriores -explica Nestar- fallecieron al ingerir veneno». Además, «me han envenenado, que me acuerde de su nombre, a 'Pekorina', 'Kati', 'Boli', 'Lista' y 'Kurni', que después de gastar más de 120 euros en vacunas también falleció».
Cerca de cincuenta perros han sido envenenados en los últimos tres años, de los cuales unos diez se han salvado tras un periodo duro de convalecencia. Ese es el triste balance del envenenador de canes de Cervatos, que deja por el suelo de la zona alta del pueblo, donde se ubica la Colegiata de San Pedro, según indicaciones de los vecinos, veneno para caracoles; un producto bastante tóxico que posee una elevada resistencia a la lluvia, sin que su poder atrayente se vea reducido.
Un vecino de este pueblo, Emilio Brezmes, un vallisoletano que llegó a Campoo hace catorce años, fue el que bautizó a Pulga. «Me ha dado mucha pena pues el perro ha dormido muchas noches en mi puerta, si llovía se metía entre un montón de leña y si el tiempo se recrudecía ya iba a casa de Angelines», dice.
«Cuando me enteré de la muerte del perruco salí a la calle y en una bolsa recogí en una bolsa el veneno que pude ver», apunta.
'Pulga' llegó a Cervatos, localidad de Campoo de Enmedio, hace dos veranos. Era un perro abandonado, hasta que Angelines Nestar, 'la cabrera de Cervatos' le recogió. La madrugada del viernes murió envenenado tras sufrir ocho horas de convulsiones.
'Pulga' es el perro número veintiuno que Angelines Nestar pierde por la acción del veneno, un producto destinado a matar caracoles y que alguien esparce por las calles altas del pueblo, en el entorno de la Colegiata románica de San Pedro. «Pobres animales, esta persona no tiene corazón», se lamenta Nestar. «Los perros mueren tras un largo proceso de espasmos, vómitos y temblores. Al verlo sufrir se te cae el alma a los pies», relata resignada. «Estamos hartos y preocupados no solamente por los perros, pensamos en las gallinas de muchos vecinos que picotean por la calle, y en las cabras. Pero sobre todo por los niños del pueblo y sus visitantes. Sin darse cuenta un crío puede ingerir este producto, incluso pegado a algo que se le caiga al suelo», advierte la cabrera de Cervatos. «Alguien tiene que tomar cartas en el asunto antes de que lamentemos algo peor que la muerte de un animal o que algún vecino se tome la justicia por su mano».
A Angelines le quedan cinco perros: 'Boli', 'Lista', 'Osuca', 'Puskas', y la mastina 'Pastora.' «Esta es la quinta perra mastina que tenemos con el mismo nombre, Pastora, pues cuidan el rebaño de cabras. Los cuatro anteriores -explica Nestar- fallecieron al ingerir veneno». Además, «me han envenenado, que me acuerde de su nombre, a 'Pekorina', 'Kati', 'Boli', 'Lista' y 'Kurni', que después de gastar más de 120 euros en vacunas también falleció».
Cerca de cincuenta perros han sido envenenados en los últimos tres años, de los cuales unos diez se han salvado tras un periodo duro de convalecencia. Ese es el triste balance del envenenador de canes de Cervatos, que deja por el suelo de la zona alta del pueblo, donde se ubica la Colegiata de San Pedro, según indicaciones de los vecinos, veneno para caracoles; un producto bastante tóxico que posee una elevada resistencia a la lluvia, sin que su poder atrayente se vea reducido.
Un vecino de este pueblo, Emilio Brezmes, un vallisoletano que llegó a Campoo hace catorce años, fue el que bautizó a Pulga. «Me ha dado mucha pena pues el perro ha dormido muchas noches en mi puerta, si llovía se metía entre un montón de leña y si el tiempo se recrudecía ya iba a casa de Angelines», dice.
«Cuando me enteré de la muerte del perruco salí a la calle y en una bolsa recogí en una bolsa el veneno que pude ver», apunta.