http://www.abc.es/20091104/deportes-futbol/oscura-noche-raul-20091104.html
ULIÁN ÁVILA | MILÁN
Manuel Pellegrini repitió alineación por primera vez en la temporada. Un detalle insignificante si no fuese porque en esa formación no estaba Raúl. El capitán, en la «panchina», como dicen los italianos. En un partido grande, el «siete» no entraba en los planes iniciales del entrenador. Un secreto que dejó de serlo en el entrenamiento previo al enfrentamiento.
Ahí se vio a un Raúl taciturno. Más serio de lo normal. Sabía lo que le esperaba. Y él no tiene dobleces. Cuando está enojado lo saben hasta en el país vecino. En la sesión de trabajo se ejercitó en la banda izquierda, mientras los puestos de delanteros estaban reservados para Higuaín o Benzemá. Se retiró del campo sin apenas estirar y sabiendo que no estaría en el campo inicialmente.
Pellegrini se decantaba por la velocidad en detrimento de la experiencia. Ante este tipo de resoluciones, Raúl sigue sin encontrar un analgésico que borre el gesto confuso que desprende su rostro. Llegó al estadio con cara de pocos amigos. Refugiado en su ipod, fue el primero en descender el autobús para alcanzar el vestuario. No tenía prisa, pero no quiso fracturar su parafernalia habitual.
Se refugió en la caseta y no quiso saber nada de la espectacular luna que vigilaba San Siro. No apareció en el calentamiento y su perfil se hizo visible cuando los suplentes tomaron asiento en el banquillo. Gesto adusto. Cara de pocos amigos. Como en San Petesburgo, cuando Bernd Schuster le dejó en el banquillo en lugar de Higuaín.
Tuvo la mejor ocasión
No asimila este tipo de situaciones, algo que detesta un sector del vestuario, que día sí y otro también no entra en el once inicial. No comparten el excesivo celo cuando él es el afectado. Su situación aviva un eterno debate, sobre todo en los medios, y condiciona en parte la actuación del compañero. Si es válido el recambio se rebaja la crítica, pero si no da la talla se recrudecen los análisis. Y si el «siete» sale desde el banquillo y marca se regresa al punto de partida. Más bonus para el capitán, más presión para el recambio.
Marcó Benzema. Pero Higuaín se fue vacío. Y ahí entró en escena el capitán. Veinte minutos para desatascar el partido, pero por entonces el Real Madrid ya no jugaba bien. Tuvo su ocasión. La mejor del segundo tiempo, pero Dida se cobró el error del Bernabéu.
Que asco que das baulito