http://www.elpais.com/articulo/portada/Espana/masacrada/elpepusoceps/20110327elpepspor_10/Tes
Breves pasajes:
El capitán Manuel Díaz Criado no admitía peticiones de clemencia. Admitía, eso sí, la visita de mujeres jóvenes. En la aterrorizada Sevilla de agosto de 1936, tomada ya por tropas sublevadas contra el Gobierno republicano, Díaz Criado disfrutaba a sus anchas día y, sobre todo, noche. "Después de la orgía, y con un sadismo inconcebible, marcaba a voleo con la fatídica fórmula 'X2' los expedientes de los que, con este simplicísimo procedimiento, quedaban condenados a la inmediata ejecución", relató un antiguo gobernador civil. Quienes pululaban a su alrededor le consideraban "un degenerado" que rentabilizó su misión represora para "saciar su sed de sangre, enriquecerse y satisfacer su apetito sexual".
Ese mismo agosto, Pascual Fresquet Llopis, matón de la anarquista FAI, se afanaba en ser digno merecedor del nombre de su patrulla: la Brigada de la Mort. Desde Caspe (Zaragoza) comandaba operaciones de limpieza ideológica en el Bajo Aragón, Teruel y Tarragona, rastreando derechistas a los que ejecutar. La brigada se desplazaba en un autobús de 35 plazas, conocido como el cotxe de la calavera, el mismo símbolo que lucían sus ocupantes en las gorras. Donde los inocentes veían matanzas, Fresquet veía actos de "justicia" revolucionaria. Cuando la CNT decidió frenar sus crímenes, en octubre de 1936, habían asesinado a 300 personas.
Es probable que el historiador también hubiera llorado con el testimonio de Mercedes, el nombre falso de una anciana real que perdió a 18 familiares. En el pueblo de Toledo donde ocurrieron los hechos, hace unas semanas revivía lo ocurrido: "En el 36 yo tenía 12 años. Echaron al río Tajo a los dos primeros tíos que mataron, pero el cuerpo de mi tío médico orilló en un pueblo y el forense lo reconoció porque habían sido compañeros de estudio. Al terminar la guerra nos lo entregó. Eran forasteros los que venían a asesinar a la gente que señalaban los del pueblo. A otros tíos los mataron detrás del cementerio. A mi padre lo dejaron morir desangrado, después de tirotearlo por intentar escapar. Yo creo que Dios quiso mucho a mi abuela porque murió el 22 de enero de 1936 y no vio lo que les esperaba a sus 14 hijos".
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En fin que asco, cuando yo veo a Maria Antonia Iglesias y a alguno de Intereconomía, no dudo, que podría volver a pasar.
Breves pasajes:
El capitán Manuel Díaz Criado no admitía peticiones de clemencia. Admitía, eso sí, la visita de mujeres jóvenes. En la aterrorizada Sevilla de agosto de 1936, tomada ya por tropas sublevadas contra el Gobierno republicano, Díaz Criado disfrutaba a sus anchas día y, sobre todo, noche. "Después de la orgía, y con un sadismo inconcebible, marcaba a voleo con la fatídica fórmula 'X2' los expedientes de los que, con este simplicísimo procedimiento, quedaban condenados a la inmediata ejecución", relató un antiguo gobernador civil. Quienes pululaban a su alrededor le consideraban "un degenerado" que rentabilizó su misión represora para "saciar su sed de sangre, enriquecerse y satisfacer su apetito sexual".
Ese mismo agosto, Pascual Fresquet Llopis, matón de la anarquista FAI, se afanaba en ser digno merecedor del nombre de su patrulla: la Brigada de la Mort. Desde Caspe (Zaragoza) comandaba operaciones de limpieza ideológica en el Bajo Aragón, Teruel y Tarragona, rastreando derechistas a los que ejecutar. La brigada se desplazaba en un autobús de 35 plazas, conocido como el cotxe de la calavera, el mismo símbolo que lucían sus ocupantes en las gorras. Donde los inocentes veían matanzas, Fresquet veía actos de "justicia" revolucionaria. Cuando la CNT decidió frenar sus crímenes, en octubre de 1936, habían asesinado a 300 personas.
Es probable que el historiador también hubiera llorado con el testimonio de Mercedes, el nombre falso de una anciana real que perdió a 18 familiares. En el pueblo de Toledo donde ocurrieron los hechos, hace unas semanas revivía lo ocurrido: "En el 36 yo tenía 12 años. Echaron al río Tajo a los dos primeros tíos que mataron, pero el cuerpo de mi tío médico orilló en un pueblo y el forense lo reconoció porque habían sido compañeros de estudio. Al terminar la guerra nos lo entregó. Eran forasteros los que venían a asesinar a la gente que señalaban los del pueblo. A otros tíos los mataron detrás del cementerio. A mi padre lo dejaron morir desangrado, después de tirotearlo por intentar escapar. Yo creo que Dios quiso mucho a mi abuela porque murió el 22 de enero de 1936 y no vio lo que les esperaba a sus 14 hijos".
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En fin que asco, cuando yo veo a Maria Antonia Iglesias y a alguno de Intereconomía, no dudo, que podría volver a pasar.