REPORTAJE: EL GRAN CLÁSICO - Faltan dos días: las figuras
La indiferencia fingida de Cristiano
El madridista dice que el del Camp Nou es "un partido más", pero le invaden las obsesiones
DIEGO TORRES - Madrid - 27/11/2010
Los descampados que rodean la ciudad deportiva de Valdebebas son un desierto batido por el viento, habitable solo para roedores y perdices, en el que cada día pulula un grupo de gente que intenta parecerse a Cristiano Ronaldo. Son peregrinos, admiradores y admiradoras, que esperan a su ídolo a la salida del entrenamiento. Una pequeña muestra de la multitud que quiere vestirse, peinarse y broncearse como la estrella del Madrid tal vez sin percatarse de que el objeto de su peregrinación, como dijo Jorge Valdano, "entiende la profesión de forma franciscana".
El delantero portugués no ha marcado todavía un gol al conjunto azulgrana
Durante la mañana se entrena. Salvo excepciones, las tardes y las noches las pasa enclaustrado en su casa, con su familia, con su primo Nuno, con su cuñado José, con sus hermanas y con su novia, Irina, viendo todos juntos ¿Quién quiere ser millonario? o cualquiera de los concursos de cultura general de la televisión portuguesa. Las jornadas en la mansión de La Finca son una interminable sucesión de cuestiones: "¿De qué fruta se obtiene la copra? ¿Piña, ciruela, coco o albaricoque?".
Hasta que aterrice en Barcelona el domingo por la noche , la semana de Cristiano transcurrirá de dos maneras. Hacia fuera reflejará el mismo entusiasmo riguroso tanto para entrenarse por las mañanas como para competir por las tardes por acertar con la fruta que contiene la copra. Cuando le pongan un micrófono, fingirá indiferencia y declarará pensar algo que no cree: "Contra el Barça, en el Camp Nou, va a ser un partido más". Por dentro sentirá que le invaden las obsesiones. Poco a poco, irá preparándose para romper una racha que le fastidia. Para un competidor individualista como él, los duelos particulares cobran una trascendencia especial. Su mano a mano con el Barça resulta, sin embargo, frustrante. En 450 minutos de competición, cinco partidos, tres con el Manchester United y dos con el Madrid, no ha conseguido meter un solo gol. Ha soñado con atacar los espacios que le ofrece el Barça. Ha creído que con su velocidad cogería la espalda a Puyol o Piqué. Pero hasta ahora no ha logrado que sus fantasías resistan la confrontación con la realidad. Su saldo es de 19 remates, cinco entre los tres palos. Ninguno adentro.
"El Barça juega más tiqui-taca y nosotros más con el objetivo de llegar más rápidamente delante y concretar a la mayor velocidad posible", dice; "nosotros no vamos a cambiar porque nos ha dado muy buenos resultados".
Cristiano sigue acariciando la esperanza de aprovechar su viejo método en la pradera del Camp Nou. José Mourinho ha diseñado los últimos entrenamientos del Madrid según las situaciones reales de juego que espera encontrar. No se han parecido mucho a ninguno de los meses pasados porque el equipo deberá multiplicar sus precauciones defensivas. Pero Cristiano sigue teniendo un papel decisivo en el contragolpe. Mourinho le ha proporcionado condiciones muy favorables para que desarrolle sus virtudes rodeándole de pasadores como Xabi Alonso, Özil, Di María e incluso Marcelo, cuya primera lectura de las maniobras de ataque debe pasar por atender a los desmarques de Cristiano, en largo o en corto.
"Siempre he sido extremo", dice Cristiano, "porque desde el costado puedo recorrer más distancias que fijo en una posición arriba. A mí me gusta estar libre". Aunque suele partir desde la izquierda, el portugués es la referencia ofensiva del Madrid. Su hiperactividad en el frente de ataque, definida en goles, avala su condición de faro cada vez que el equipo recupera la pelota. Suma 15 goles en 12 jornadas. Desde la Guerra Civil no ha habido otro jugador del Madrid más productivo en su media de goles por encuentro jugado. El lunes intentará abrir su marcador particular frente a su rival más resistente.
"Ojalá marque Cristiano", dijo ayer Marcelo, uno de sus compañeros más cercanos; "pero no le noto distinto de otras semanas. Él prepara el clásico como un partido más. Esto es una Liga y no ganas o pierdes un campeonato en un partido por más que tenga la importancia de un clásico".
En Barcelona esperan a Cristiano con menos precauciones que a Higuaín , que sigue recuperándose de una lumbalgia. Pep Guardiola, el técnico azulgrana, cree que es más sencillo marcar a alguien como Cristiano, que traslada mucho el balón, que a Higuaín, que aparece sin llamar la atención.