Mourinho ya los tiene donde y como quería: pendientes todo el día de él. En el Barcelona no hacen otra cosa desde hace algunas semanas que comentar lo que ha hecho, lo que ha dicho, lo que ha dejado de hacer o lo que hace dejado de decir el entrenador del Real Madrid. Cuando no es un directivo, es un jugador. Cuando no es un técnico, es el utilero. Cuando no es un masajista, es el camarero que sirve cervezas en el palco del estadio en los descansos de los partidos… El último, por ahora, en explayarse contra el portugués ha sido un tal Tito Vilanova, que, por lo que cuentan, fue futbolista y hasta logró meter un gol en Primera División cuando jugaba en el Celta (porque parece que llegó a jugar en el Celta, sí). Luego, por lo visto, puso broche de oro a su brillante carrera defendiendo los colores de la Gramanet, una de las grandes glorias del deporte español.
A Vilanova, que vive ahora en el Olimpo futbolístico porque sus posaderas calientan el banquillo azulgrana junto a las de Guardiola, no le gusta cómo juega el Real Madrid. No ve nada en el juego del equipo madridista que le llame la atención. Ni siquiera el hecho de tener que mirar permanentemente hacia arriba esta temporada para ver el lugar de la tabla que ocupan los blancos. O el hecho de que éstos lleven más goles a favor y menos en contra que el que algunos califican como el mejor equipo del mundo de todos los tiempos habidos y por haber. O el hecho de que los blancos, a estas alturas, hayan rematado treinta veces más que el segundo equipo de la Liga BBVA. Son, para el tal Vilanova, detalles nimios que no merecen su consideración, porque, ya se sabe, en este planeta llamado Tierra el único equipo que juega al fútbol es el Barcelona y Mourinho, como ya ha quedado demostrado tantas otras veces, es un Don Nadie porque, según el tal Vilanova, no habla nunca de fútbol y porque el único que habla siempre de fútbol y sabe de qué va esto es Guardiola, que por algo las posaderas de éste calientan todos los domingos el banquillo junto a las suyas.
Mourinho, ya se sabe, es un impresentable porque no entiende que un equipo reserve, en los primeros compases de la Liga BBVA, a siete de sus titulares cuando tiene que jugar en el estadio del Barcelona. Pero a nadie, empezando por Vilanova, le parece que Guardiola sea un impresentable porque ordene a un colega suyo que no proteste al árbitro en ese estadio del Barcelona y porque le diga que si quiere protestar al árbitro lo haga en su casa. Mourinho, como el Real Madrid, está obligado a dar lecciones de señorío desde que se levanta hasta que se acuesta y en lo del señorío va incluido aguantar sin rechistar las demostraciones de ingenio que hacen, a su costa, algunos especímenes del fútbol patrio (entre ellos, el tal Vilanova).
Lo más positivo que ha hecho Mourinho desde que está en el Real Madrid no ha sido conjuntar al equipo en tiempo récord, ni cambiar la mentalidad a unos jugadores que empezaban a resignarse a un papel de segundones, ni hacer el fútbol más espectacular que se recuerda en nuestra Liga BBVA en mucho tiempo (nada de tiqui-tica ni otras zarandajas por el estilo), no… Lo más positivo que ha hecho Mourinho hasta la fecha ha sido demostrar a los madridistas que eso de señorío, cuando se convive con truhanes, es una chorrada y que chorrada es, también, el consejo bíblico de poner la mejilla cuando te pegan una bofetada, porque lo que procede en ese caso es devolver la bofetada y, si se puede, de forma mucho más contundente. En otras palabras, Mourinho ha hecho descender de la nube a muchos madridistas que se quedaron anclados en el señorío de los tiempos de Zamora y Quincoces. Y, sobre todo, lo que ha logrado Mourinho ha sido desquiciar a la periferia.
Escrito por: Eduardo Torrico, 20/11/2010 14:14