Convendría replantear el concepto 'pay per view' en el Real Madrid. Visto que lo ofrecido en la hierba no convence, el club debería convertir cada rueda de prensa de José Mourinho en un evento de pago. Las jugosas representaciones del portugués, llevadas al delirio en Auxerre, son lo más seguido en este arranque de temporada. Los periódicos aumentan su tirada y las radios reproducen los cortes una y otra vez. Así que Florentino Pérez, cuya capacidad empresarial nadie discute, tiene un filón por explotar. Quien quiera escuchar a su entrenador, que pase por caja.
Mourinho nunca decepciona. Mima cada puesta en escena, cuida cada gesto, se tuerce la corbata al milímetro y prepara su mejor cara de perdonavidas. En Francia traía preparados dos temas: Pedro León y Karim Benzema. Sin embargo, cuando le preguntaron sobre si podía garantizar el buen fútbol en el Bernabéu, se lanzó al cuerpo a cuerpo y luego se levantó con insolencia. Se diría que es una cruzada contra la prensa. Pero nada de eso. No tiene nada contra los periodistas. Lo suyo simplemente es una cortina de humo.
Hay que distraer la atención ahora que no acompañan ni el fútbol ni los resultados. Conviene que las portadas reflejen las provocaciones antes que los empates sin goles. Eso lo maneja Mourinho como nadie y hay que reconocerle el mérito. Otro debate es saber si esas son las formas de un entrenador del Real Madrid.
De Pellegrini se decía que no tenía personalidad y que nunca logró disciplina en el vestuario. Durante meses negó su conflicto con Guti, uno de los referentes del vestuario, aunque le dejó en el banquillo como castigo. Cuando se marchó, todos le reconocieron su caballerosidad. Una forma de entender el cargo muy distinta a la de Mourinho, que ha estrenado sus conflictos con Pedro León, un recién llegado, un tipo al que es fácil amonestar. Y por si fuera poco, tampoco ha aclarado el conflicto. A él le interesa que se siga hablando de eso. Como de sus broncas en el campo del Levante o su frustrada marcha al banquillo de Portugal.
Mourinho nunca decepciona. Mima cada puesta en escena, cuida cada gesto, se tuerce la corbata al milímetro y prepara su mejor cara de perdonavidas. En Francia traía preparados dos temas: Pedro León y Karim Benzema. Sin embargo, cuando le preguntaron sobre si podía garantizar el buen fútbol en el Bernabéu, se lanzó al cuerpo a cuerpo y luego se levantó con insolencia. Se diría que es una cruzada contra la prensa. Pero nada de eso. No tiene nada contra los periodistas. Lo suyo simplemente es una cortina de humo.
Hay que distraer la atención ahora que no acompañan ni el fútbol ni los resultados. Conviene que las portadas reflejen las provocaciones antes que los empates sin goles. Eso lo maneja Mourinho como nadie y hay que reconocerle el mérito. Otro debate es saber si esas son las formas de un entrenador del Real Madrid.
De Pellegrini se decía que no tenía personalidad y que nunca logró disciplina en el vestuario. Durante meses negó su conflicto con Guti, uno de los referentes del vestuario, aunque le dejó en el banquillo como castigo. Cuando se marchó, todos le reconocieron su caballerosidad. Una forma de entender el cargo muy distinta a la de Mourinho, que ha estrenado sus conflictos con Pedro León, un recién llegado, un tipo al que es fácil amonestar. Y por si fuera poco, tampoco ha aclarado el conflicto. A él le interesa que se siga hablando de eso. Como de sus broncas en el campo del Levante o su frustrada marcha al banquillo de Portugal.