Dejo un copypaste de un buen articulo
http://www.lawebdefutbol.com/2010/05/florentino-mourinho-pellegrini-y-el.htmlEl golf es un deporte apasionante, y si lo pruebas, más. Por si alguno no lo sabe, hay un palo, el “driver”, que es la perdición de casi todos los aficionados. Es el palo más largo, el más caro, el que más distancia alcanza, el más bonito… y cuando le atizas a la bola, deja un sonido espectacular. Un subidón, vaya.
Pero tiene un problema: a mayor distancia y mayor potencia, menor precisión. Los profesionales, el mismísimo Tiger, a menudo lo dejan en la bolsa para ganar control. El legendario Tom Watson siempre aconseja a los jugadores aficionados que dejen el driver en casa.
Sin embargo, si alguien va a un campo de prácticas, verá a los aficionados atizándole al driver sin piedad, mirando el vuelo de la bola, vaya donde vaya, deleitándose con el sonido del titanio, y así bola tras bola. A lo mejor sólo vuela bien una de cada diez, pero… ¡qué vuelo! Imposible resistirse. Y el domingo, en el campo de verdad, lo mismo.
Hace años nos juntábamos cada semana un grupo de compañeros de trabajo. Y un buen amigo, famoso periodista, alto, elástico, fibroso, atlético… tenía una obsesión especial con el driver.
Salida del hoyo 1: driver en la mano. Porrazo a la bola. Y la bola a cualquier sitio: al agua, al bosque, fuera de límites… bola perdida. Segunda bola, lo mismo. A la cuarta la ponía en calle. Espectacular. Pero claro, al final del hoyo se apuntaba 14 golpes, y ponía cara de no entender lo que le estaba pasando. Para arreglarlo. Llegaba a la salida del hoyo dos… y volvía a agarrar el driver.
Mi amigo pagaba casi siempre las cervezas.
Un profesional le explicó: “Tienes que definir tu objetivo cuando sales al campo. Si tu objetivo es hacer pocos golpes, tu estrategia es equivocada: usa un hierro corto, controla tu juego... Pero si tu objetivo es salir a atizarle al driver, liberar adrenalina y quedarte a gusto, con independencia de las bolas que pierdas o de que no cuentes los golpes, entonces lo estás haciendo bien”.
Mi amigo probablemente decidió que su objetivo era este último, porque jamás cambió la forma de jugar. Hasta que dejó el golf.
Pues me recuerda al Madrid de Florentino: cada verano se gasta lo indecible en comprar a los mejores jugadores, llena el estadio en las presentaciones, cambia al entrenador, y… luego, como mi amigo, sale al campo y a menudo no cuenta los golpes ni las bolas perdidas. Y al final de curso, de nuevo el driver: otro entrenador, más fichajes, más camisetas…
En el fondo, es un problema de definir objetivos. Si lo que pretende el Madrid es tener a los jugadores más famosos, la plantilla más cara, vender muchas camisetas, reventar el mercado y que conozcamos a muchos entrenadores, entonces está en el camino adecuado.
Si lo que pretende es definir un estilo, jugar cada vez mejor y recuperar los valores tradicionales del Bernabéu, quizá debería redefinir su estrategia, pensar en lo que de verdad le hace falta a su plantilla, apostar por su entrenador… y como dice Tom Watson, dejar el driver en casa.
Se acaba la Liga. Camino del siguiente hoyo. El driver, esta vez, se llama Mourinho. Y me da que el presidente del Madrid sólo tiene ojos para el driver.