¡¡¡Aaaa...PORCULÉ!!!
El Inter se rió del Barcelona y del Campo Nuevo y les quitó la chulería (1-0; eliminatoria 2-3 para los italianos). Los catalanes, que volvieron a robar un gol en clamoroso fuera de juego, se quedaron con cara de tontos mientras Mou celebraba el triunfo.
Pobres ilusos. El Barcelona, ladrón por antonomasia del fútbol europeo, vio como se le quedaba cara de bobo en su propio estadio del Campo Nuevo mientras Mourinho lucía palmito en las mismas narices de Lapuerta, Pepe Guardiola y otros 90.000 maleducados que no supieron digerir la derrota de los suyos ante el Inter. Y eso que el tanto catalán llegó, para variar, en vergonzante fuera de juego. Ni por esas. Ni robando, ni hurtando, ni insultando ni de ninguna de las maneras el Barcelona estará en la final de la Champions del Bernabéu. Una frase lo resume: ¡aaa...porculé!
En todo momento se jugó a lo que quiso el Inter. Mourinho le comió la tostada a ese gran estratega llamado Pepe Guardiola. Lloroncete Pepe para los amigos. Los italianos plantaron una defensa rocosa e impenetrable ante la que el Barcelona claudicó. No hubo ni rastro del interplanetario- fantástico -galáctico- monstruoso-orgásmico Messi. El argentino se borró del mapa y del partido. Esperemos que los amigos catalanes también lo vean, aunque esgrimirán cualquier mamarrachada de las suyas para no reconocer que en los grandes partidos la pulga no es más que eso, un bichito insignificante que sólo chupa y chupa, pero que no mata.
Del árbitro, ese bulto sospechoso llamado Nuñez-Gaspart-Lapuerta-De Bleeckere, mejor ni hablar. Un auténtico sinvergüenza y descarado a más no poder. Estaba como loco por expulsar a algún jugador del Inter. No tardó más que 20 minutos en quitarse de un plumazo a Motta por un toquecito con la mano en el Cuello de Busquets. Éste se las trae. Lástima que los tiempos de Pajares y Esteso le queden un tanto lejanos porque su interpretación le hubiera podido valer para salir con ellos en la reedición de la película Los Bingueros. Vergonzosa su caída, su actuación teatral simulando la pérdida de la vida y, para colmo, se quedó mirando por el retrovisor como le jodía el partido y la final a un compañero de profesión. A buen seguro que a su padre, ese ex porterazo llamado Carlos Busquets, no le harán mucha gracia las formas de su progenitor en el campo y esa forma canallesca de engañar al planeta fútbol.
Con los italianos con 10 hombres en el campo, el Barcelona evidenció su nerviosismo. Con Messi más preocupado por lesionar a Maicon estrellándole contra las protecciones que de otra cosa, los Touré, Queita, Busquets, Ibra y compañía demostraron que la lotería toca de cuando en cuando, pero sólo eso. Mourinho imprimió carácter al Inter y el Barcelona se atascó. Sufrió doble diarrea. Sus jugadores se cagaban de miedo porque no sabían cómo meterle mano al Inter, y Mourinho estaba tan pancho. Le faltaba la copa en la mano y marcarse un chotis.
El robo nuestro de cada partido
Sólo el cara dura del colegiado belga impidió que el Inter tuviera un plácido final. En escandaloso fuera de juego de Gerardo Piqué, éste consiguió el tanto de la ilusión. El del ‘casi te lo crees pero va a ser que no’. El robo por partido que este equipo tiene año tras año también apareció en las semis (el Campo Nuevo se puso cachondo recordando los tiempos de Ovrebo de Llobregat). Sin embargo, la inutilidad catalana le impidió acercarse más al área de Julio César, a pesar de que De Bleeckere estaba loquito por ganarse unas vacaciones en alguna costa catalana este verano.
El final del partido dejó varios detalles interesantes. La pésima educación de Víctor Valdés, el gánster culé que saca el puño a pasear cuando menos te lo esperas, que se permitió el lujo de recriminar a Mourinho su celebración con los aficionados interistas en el césped ¿Quién es Valdés, además del agita toallas del tercer portero de la selección ( ), para impedir a Mou hacer lo que le da la gana? Y luego, el feo detalle de poner los aspersores únicamente en la zona del campo en la que el Inter estaba celebrando la victoria. Si es que ni ganando ni perdiendo tienen educación. Ni la saben ni la conocen, como tampoco conocerán el Bernabéu, demasiado escenario para maleducados de esta índole, así que, hoy más que nunca, este partido se resume muy fácilmente: ¡¡¡aaaa….porculééééé !!!
Grandes verdades.</SPAN></SPAN>