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No hay peor shock emocional que aquel por el que todo castillo de naipes fabulado en el entendimiento de uno se ve arrojado al suelo en un instante con un mero soplido.
Cuando uno ya es adulto algo que un niño acepta sin demasiado trauma (a todos nos llegó ese día donde nos explicaron que los Reyes Magos no existían), puede provocar cierta parálisis cerebral que induce a la negación absoluta de la realidad. Podría poner cientos de ejemplos pero qué mejor el que acontece en estos últimos días aciagos a los inocentes votantes del Partido Popular por ejemplo.
Algo similar parece ocurrir al aficionado medio culé, que continuará idolatrando pese a todo a ese que denominan D10S, ese que necesita expandir su ego mediante una matrícula de coche personalizada o que no permite salidas de tono con sus compañeros en el terreno de juego o que da balonazos a la grada sin pedir disculpas o que desprecia a jugadores hora y media después de un partido delante de sus familias. Continuarán negando la mayor con ese clásico y tú más, aún reconociendo el que ocupa el post que hay cosas que huelen muy mal en su vencindario.
Pero yo tengo fe, así como las nuevas generaciones del pueblo alemán repudiaron en su día su peor historia, las generaciones de barcelonistas imberbes aún no imbuidos por la sectaridad más yihadista, lograrán a su debido tiempo dejar de creer en los Reyes Magos.
Cuando uno ya es adulto algo que un niño acepta sin demasiado trauma (a todos nos llegó ese día donde nos explicaron que los Reyes Magos no existían), puede provocar cierta parálisis cerebral que induce a la negación absoluta de la realidad. Podría poner cientos de ejemplos pero qué mejor el que acontece en estos últimos días aciagos a los inocentes votantes del Partido Popular por ejemplo.
Algo similar parece ocurrir al aficionado medio culé, que continuará idolatrando pese a todo a ese que denominan D10S, ese que necesita expandir su ego mediante una matrícula de coche personalizada o que no permite salidas de tono con sus compañeros en el terreno de juego o que da balonazos a la grada sin pedir disculpas o que desprecia a jugadores hora y media después de un partido delante de sus familias. Continuarán negando la mayor con ese clásico y tú más, aún reconociendo el que ocupa el post que hay cosas que huelen muy mal en su vencindario.
Pero yo tengo fe, así como las nuevas generaciones del pueblo alemán repudiaron en su día su peor historia, las generaciones de barcelonistas imberbes aún no imbuidos por la sectaridad más yihadista, lograrán a su debido tiempo dejar de creer en los Reyes Magos.
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