El gris Mundial de Cristiano y de Messi
Son los dos grandes del mundo, pero no lo han sido en el Mundial. Tampoco es que hayan estado mal del todo, sobre todo Messi, que ha superado con mucho sus anteriores partidos con la albiceleste. Naufragó ante Alemania, pero antes estuvo bien, activando el ataque de los suyos, aunque la fatalidad le negara el gol. En cuanto a Cristiano, se ha visto mareado por los cambios de criterio de Queiroz y, sobre todo, por su propio ego. Cuanto más ganas tiene de demostrar que es el mejor de todos, más le cuesta jugar bien. Y en este Mundial lo deseaba demostrar más que nunca, de ahí su confusión y su agarrotamiento.
No siempre los mejores de un Mundial son los mejores jugadores. Con frecuencia, jugador que en su club ha alcanzado la relación con entrenador y compañeros ideal, en la selección no se siente tan cómodo. (Casos Messi y Cristiano). Por contra, hay quien en su club no encuentra su espacio a la medida, y sí en la selección. Robinho tuvo que huir del City al Santos, pero en el Mundial ha estado bien. Otros ejemplos: Cesc no juega y en Inglaterra se echan las manos a la cabeza, porque es estrella en la Premier. Sin embargo, emerge como una de las figuras del campeonato Özil, que este año no ha pisado la Champions.
He visto reventar literalmente mundiales a jugadores que luego no dieron tanto de sí, como Rahn, Amarildo, Hurst o Squillaci, y pinchar en ellos a figuras señeras. Un mes en estado de gracia y algo de suerte pueden darte gloria en un Mundial. El fútbol de clubes es más severo, exige más constancia. Conviene no medir a un jugador sólo por lo que hace en la Copa del Mundo, porque eso refleja su techo, que puede ser altísimo, pero no su verdadero valor medio. Grandes de verdad son los que, como Villa y Forlán, por coger ejemplos próximos, dan la medida año tras año de verano a verano, y en el Mundial, también.
Son los dos grandes del mundo, pero no lo han sido en el Mundial. Tampoco es que hayan estado mal del todo, sobre todo Messi, que ha superado con mucho sus anteriores partidos con la albiceleste. Naufragó ante Alemania, pero antes estuvo bien, activando el ataque de los suyos, aunque la fatalidad le negara el gol. En cuanto a Cristiano, se ha visto mareado por los cambios de criterio de Queiroz y, sobre todo, por su propio ego. Cuanto más ganas tiene de demostrar que es el mejor de todos, más le cuesta jugar bien. Y en este Mundial lo deseaba demostrar más que nunca, de ahí su confusión y su agarrotamiento.
No siempre los mejores de un Mundial son los mejores jugadores. Con frecuencia, jugador que en su club ha alcanzado la relación con entrenador y compañeros ideal, en la selección no se siente tan cómodo. (Casos Messi y Cristiano). Por contra, hay quien en su club no encuentra su espacio a la medida, y sí en la selección. Robinho tuvo que huir del City al Santos, pero en el Mundial ha estado bien. Otros ejemplos: Cesc no juega y en Inglaterra se echan las manos a la cabeza, porque es estrella en la Premier. Sin embargo, emerge como una de las figuras del campeonato Özil, que este año no ha pisado la Champions.
He visto reventar literalmente mundiales a jugadores que luego no dieron tanto de sí, como Rahn, Amarildo, Hurst o Squillaci, y pinchar en ellos a figuras señeras. Un mes en estado de gracia y algo de suerte pueden darte gloria en un Mundial. El fútbol de clubes es más severo, exige más constancia. Conviene no medir a un jugador sólo por lo que hace en la Copa del Mundo, porque eso refleja su techo, que puede ser altísimo, pero no su verdadero valor medio. Grandes de verdad son los que, como Villa y Forlán, por coger ejemplos próximos, dan la medida año tras año de verano a verano, y en el Mundial, también.